¿Mi mancherai?

¿Me extrañaras cuando me vaya? cuando todo esto termine…

Tus ojos, que ya han visto tantas despedidas, tantos ir y venir, innumerables personas han cruzado ante tus ojos, ocupado mi lugar, sentándose en mi sitio, ocupando este espacio en el tiempo, que soy consciente de que posee fecha de caducidad.

¿Recordaras que alguna vez desfilé ante tus ojos? ¿que los llene de brillo y que se emocionaron por mi presencia? Esos ojos que deslumbré y que se quedaron perplejos por mi ser, esos ojos que supieron ver mi alma y atravesar mi corazón.

Cuando solo quede mi esencia, y de mi presencia solo quede el recuerdo. Cuando ya no veas mis ojos, no escuches mi voz, ni sientas la calidez de mis manos y no quede ni el susurro de mi caminar apresurado ¿sentirás mi ausencia?

Cuando el camino llegue al final y la hora de partir llegue, cuando se me agote el tiempo y me desvanezca en el viento…

… yo solo me pregunto, ¿me extrañaras cuando me vaya?

Recuerdos de otra vida

Una vez soñé con alguien que buscaba fotos y yo lo buscaba a él. Pero nunca pude encontrarlo, ni siquiera apreciar en la distancia; me tuve que conformar con saber que, aunque en tiempos distintos, compartimos el mismo espacio, con mirar a través de sus ojos y sentir en mi propia piel, su búsqueda y su caminar.

Su imagen llegaba a mi mente por breves momentos al mismo tiempo que seguía sus pasos entre esa ciudad desconocida de viejos edificios. La energía que emanaba de su alma, como canto de sirena, me guiaba entre las calles antiguas, como un espejismo; No sabía para qué o con que propósito, pero como el fluir del rio me dejaba llevar por aquel impulso de seguir su rastro, como quien busca su destino. Sabía que en algún lugar de esa ciudad había alguien y ese alguien me esperaba, aunque no supiera, y yo lo buscaba, aunque no lo conociera.

Caminaba y corría, con prisa y con desesperación, con los ojos deslumbrados y la mente confundida. Pero no llegué a él, pues siempre iba adelante de mí, como una vida delante de mí. Era el recuerdo quizás, su esencia, que se había quedado arraigada, o tal vez el pasado, el recuerdo de una vida que no pudimos coincidir.

En otro tiempo, en otra vida…

¿Y ahora qué?

Avancé sin temor, pensando que podía saltar en el momento oportuno, como si mi corazón fuera un reactor nuclear y tuviera un botón de seguridad que al presionarlo detendría al instante la reacción en cadena. Como si fuera un poderoso auto de carreras que pudiera frenar de 100 a 0 en dos segundos. Un paracaidista capaz de saltar en el momento cero. Un apostador que se retira antes de perder… Y me estrellé…