A destiempo

Corrí y corrí, salí con la adrenalina en las venas, con apenas respirar y sin mirar atrás. Salí con fuerza de mi alma eterna, como si mi cuerpo no fuera humano y no pudiera encontrar un final. Pero en mi cuerpo mortal se acabó la adrenalina y mis pulmones exigieron oxígeno en mayor cantidad, mi corazón agitado reclamó desacelerar y mis piernas suplicaron una pausa. Me senté y tome la primera bocanada de aire para que mi cuerpo poco a poco comenzara a calmarse y tomar su ritmo normal.

Cuando por fin mire al rededor, pude observar lo lejos que me encontraba del punto de partida. A un minuto para los demás, pero a miles de kilómetros de distancia para mi. La vida me había cambiado, algunas cosas se habían quedado en el camino, el corazón seguía intacto pero apenas podía recordar quien había sido antes.

Solo fue un minuto, cosa de un instante para el mundo, pero muchas cosas cambiaron para mí. Fue tal la velocidad que se percibió como una pausa en el tiempo donde los demás se mantuvieron suspendidos mientras yo corría.

No sé qué es lo que hago que siempre acabo traicionada y decepcionada de la gente a la que realmente le doy mi apoyo.

Lucrecia Montesinos- Élite